AMOR SIN MENTIRAS
… La primera vez que hice el amor con él… Si, la recuerdo perfectamente:
Era sábado y caía una de esas tan molestas tormentas de verano.
Yo dormía y noté como sus dedos jugaban con mi pelo. Podía haberle dicho algo, pero decidí simular que seguía durmiendo y comprobar, sin que le influyera ninguna coacción por mi parte, hasta donde era capaz de llegar…
Cogió un mechón de mi pelo y lo fue volteando suavemente con sus dedos hasta llegar al extremo, justo sobre mis nalgas. Sin mover sus dedos, con su otra mano, apartó mi pelo posándolo sobre mis costillas. Me encanto, recuerdo que mi rostro esbozó una sonrisa sin que él se diera cuenta porqué mis mechones, debido a la postura de mi pelo, caían justo sobre mi sexo recién depilado…
Solo recordarlo me vuelven los sofocos…
… Recuerdo que el tacto suave y aterciopelado de mi pelo hizo que mi cuerpo ansiara su ternura y deseara la pasión de su sexo…
Con mi larga melena temporalmente fuera de escena, abrió sus fuertes y gigantescas manos y resiguió toda mi espalda como si de una escultura de marfil se tratara. Me sentí tan querida…
Combinaba las caricias de ambas manos con besos, puntuales pero intensos. De echo, cuando sus besos llegaron al final de mi espalda, estos se convirtieron en pequeños y suaves mordisqueos sobre mis nalgas… Toda mi piel se puso de gallina, tuve tentaciones de girarme y besarle pero quería más. Deseaba sentir toda la pasión que era capaz de despertar en él…
Entre mordisco y mordisco, sus manos me desposeyeron de aquel tanga negro, y su brazo se metió clandestinamente en mi entrepierna, para que su palma derecha acariciara mi sexo y sus dedos penetraran mi sonrisa vertical hasta llegar a mi tan ansiado clítoris…
Fue tan intenso… Recuerdo que mientras su lado derecho jugaba con mi sexo y me hacía vibrar, su brazo izquierdo me abrazaba fuerte… Cada poro, cada centímetro de ese abrazo me demostró el vínculo establecido entre nosotros. Un compromiso que nadie ha podido destruir…
- Buenos días mi cielo.
- ¿Sabías que estaba despierta?
- Claro, lo se desde el primer momento, desde que empecé a jugar con tu pelo, y también se que has fingido estar dormida por ver hasta donde era capaz de sorprenderte.
- ¿Qué te ha hecho romper la magia del momento?
- El momento sigue siendo mágico, su magia depende solo de nosotros. Si te refieres a porqué he decidido interrumpir tu juego, lo mejor está por llegar…
Su brazo izquierdo se deslizó por mi barriga y, al llegar a la altura del ombligo, tomando impulso, giro mi cuerpo para ponerme mirando frente a él… Me sonrió, abrió mis piernas y posó su cuerpo encima del mío. Aún recuerdo la fragancia de su perfume combinada con el aroma de su piel…
Volvió a sonreír. - ¿Sabes una cosa? Te amo… - Me besó largamente y añadió: - Sin duda, el nuestro, es un amor sin mentiras.
Beso todo mi cuerpo lenta y tiernamente mientras sus manos también acariciaban mi piel… Mi cuerpo temblaba al sentirle, nuestros cuerpos, nuestras pieles se rozaban queriendo guardar cada segundo, haciendo de cada instante nuestra propia eternidad…
No había vuelta atrás, bajó hasta mi sexo, abrió mis piernas de nuevo y se entregó con todo su ser… Mi clítoris obedecía cada uno de los movimientos de su lengua. Fue como estar en un mar continuo de placer… La humedad de mi sexo me hacía sentir plena, por primera vez me sentía mujer de verdad. En ese momento supe que nunca más me vería en la necesidad de fingir…
Capto el ritmo de mi respiración a la primera y, siguiendo el ritmo de mis estremecimientos, metió dos de sus largos dedos dentro de mí…
Lengua y dedos trabajaban en sincronización perfecta, por primera vez sentía mi alma libre… Aquel acto estaba resultando mucho mejor que cualquier penetración, por primera vez mi orgasmo sería respetado de principio a fin y vivido con una intensidad peligrosamente cercana al ataque cardíaco. Casi No puedo describirlo en palabras, estaba tan entregado a mí… Me hizo sentir la mujer más querida del mundo.
Por curioso que parezca, después de aquel orgasmo, hervía tanto por dentro, que mi cuerpo temblaba por fuera. Compases de respiración acelerada culminados con un último gemido, dieron paso a un frío de lo más hermoso que mostraba hasta que punto él había sido capaz de quererme…
Recuerdo que me abrazó fuerte, como si supiera de primeras que transmitirme su calor corporal, era el mejor remedio para hacerme volver al mundo real…
- ¿Estás bien?
- No me dejes nunca.
- No tengo intención de hacerlo.
- Más te vale -, le dije besándole de nuevo…
Era sábado y caía una de esas tan molestas tormentas de verano.
Yo dormía y noté como sus dedos jugaban con mi pelo. Podía haberle dicho algo, pero decidí simular que seguía durmiendo y comprobar, sin que le influyera ninguna coacción por mi parte, hasta donde era capaz de llegar…
Cogió un mechón de mi pelo y lo fue volteando suavemente con sus dedos hasta llegar al extremo, justo sobre mis nalgas. Sin mover sus dedos, con su otra mano, apartó mi pelo posándolo sobre mis costillas. Me encanto, recuerdo que mi rostro esbozó una sonrisa sin que él se diera cuenta porqué mis mechones, debido a la postura de mi pelo, caían justo sobre mi sexo recién depilado…
Solo recordarlo me vuelven los sofocos…
… Recuerdo que el tacto suave y aterciopelado de mi pelo hizo que mi cuerpo ansiara su ternura y deseara la pasión de su sexo…
Con mi larga melena temporalmente fuera de escena, abrió sus fuertes y gigantescas manos y resiguió toda mi espalda como si de una escultura de marfil se tratara. Me sentí tan querida…
Combinaba las caricias de ambas manos con besos, puntuales pero intensos. De echo, cuando sus besos llegaron al final de mi espalda, estos se convirtieron en pequeños y suaves mordisqueos sobre mis nalgas… Toda mi piel se puso de gallina, tuve tentaciones de girarme y besarle pero quería más. Deseaba sentir toda la pasión que era capaz de despertar en él…
Entre mordisco y mordisco, sus manos me desposeyeron de aquel tanga negro, y su brazo se metió clandestinamente en mi entrepierna, para que su palma derecha acariciara mi sexo y sus dedos penetraran mi sonrisa vertical hasta llegar a mi tan ansiado clítoris…
Fue tan intenso… Recuerdo que mientras su lado derecho jugaba con mi sexo y me hacía vibrar, su brazo izquierdo me abrazaba fuerte… Cada poro, cada centímetro de ese abrazo me demostró el vínculo establecido entre nosotros. Un compromiso que nadie ha podido destruir…
- Buenos días mi cielo.
- ¿Sabías que estaba despierta?
- Claro, lo se desde el primer momento, desde que empecé a jugar con tu pelo, y también se que has fingido estar dormida por ver hasta donde era capaz de sorprenderte.
- ¿Qué te ha hecho romper la magia del momento?
- El momento sigue siendo mágico, su magia depende solo de nosotros. Si te refieres a porqué he decidido interrumpir tu juego, lo mejor está por llegar…
Su brazo izquierdo se deslizó por mi barriga y, al llegar a la altura del ombligo, tomando impulso, giro mi cuerpo para ponerme mirando frente a él… Me sonrió, abrió mis piernas y posó su cuerpo encima del mío. Aún recuerdo la fragancia de su perfume combinada con el aroma de su piel…
Volvió a sonreír. - ¿Sabes una cosa? Te amo… - Me besó largamente y añadió: - Sin duda, el nuestro, es un amor sin mentiras.
Beso todo mi cuerpo lenta y tiernamente mientras sus manos también acariciaban mi piel… Mi cuerpo temblaba al sentirle, nuestros cuerpos, nuestras pieles se rozaban queriendo guardar cada segundo, haciendo de cada instante nuestra propia eternidad…
No había vuelta atrás, bajó hasta mi sexo, abrió mis piernas de nuevo y se entregó con todo su ser… Mi clítoris obedecía cada uno de los movimientos de su lengua. Fue como estar en un mar continuo de placer… La humedad de mi sexo me hacía sentir plena, por primera vez me sentía mujer de verdad. En ese momento supe que nunca más me vería en la necesidad de fingir…
Capto el ritmo de mi respiración a la primera y, siguiendo el ritmo de mis estremecimientos, metió dos de sus largos dedos dentro de mí…
Lengua y dedos trabajaban en sincronización perfecta, por primera vez sentía mi alma libre… Aquel acto estaba resultando mucho mejor que cualquier penetración, por primera vez mi orgasmo sería respetado de principio a fin y vivido con una intensidad peligrosamente cercana al ataque cardíaco. Casi No puedo describirlo en palabras, estaba tan entregado a mí… Me hizo sentir la mujer más querida del mundo.
Por curioso que parezca, después de aquel orgasmo, hervía tanto por dentro, que mi cuerpo temblaba por fuera. Compases de respiración acelerada culminados con un último gemido, dieron paso a un frío de lo más hermoso que mostraba hasta que punto él había sido capaz de quererme…
Recuerdo que me abrazó fuerte, como si supiera de primeras que transmitirme su calor corporal, era el mejor remedio para hacerme volver al mundo real…
- ¿Estás bien?
- No me dejes nunca.
- No tengo intención de hacerlo.
- Más te vale -, le dije besándole de nuevo…